sábado, 10 de mayo de 2014

Venganza

¡No!- fue lo que gritó y al momento que abrió los ojos y esa oscuridad densa, pesada e impenetrable lo cubría."Será un sueño"- pensó, y de serlo era el más extraño que había tenido, pero de todos modos volvió a dormir.
Su cama se volvía a mover bruscamente, tanto que trató sentarse, pero al levantarse unos centímetros, chocó tan fuerte que se tumbó  a la fuerza y pudo sentir que una herida reciente volvía a sangrar. Esta vez confundido y mareado no podía dormir, todo era muy extraño trataba de buscar alguna luz que le sirviera de guía, pero era en vano, la oscuridad se tendía sobre él, casi sin dejarlo respirar. De pronto, los recuerdos se hacían presente en aquella oscuridad infinita, la imagen de aquella mujer que suplicaba por vivir antes de caer sin volver a levantarse, su sangre en sus manos, esa sangre que nunca le obedeció. Mas estaba tranquilo, nadie lo condenaría, nadie se enfrentaría a su poder por una bastarda esclava, de eso estaba seguro. Sus pensamiento fueron interrumpidos por las voces de un par de hombres que conversaban a lo lejos y que al parecer trabajaban labrando la tierra, abriendo sus entrañas. No le dio importancia y mientras recobraba las fuerzas para pararse, siguió sumergido en sus recuerdos. Aquel día fue largo y estaba orgulloso por lo que había hecho, pues se sentía en lo correcto; él mandaba, él ordenaba y él decidía la vida de ella, para algo pagó por esa negra. Al pasar de las horas de aquel día las nubes del cielo se fueron cerrando, anunciando lluvia y en efecto podía sentir las gotas caer sobre el techo, y comenzaban a colarse hasta caer sobre su rostro, momento en el que pudo ver en sus recuerdos que la noche no había llegado, que nunca tuvo oportunidad de llegar a su, ahora, vacío hogar, en el medio del gris de la tarde dos largas sombras lo derribaron. 
De un instante a otro, sintió como lo levantaban, pero no era su cama. Trató de extender sus brazos, pero siempre chocaban con la húmeda madera. Por más intentos que hiciera, todo era en vano, hasta que se sintió caer, sólo duró un segundo, pero su lecho crujió al impactar con las piedras y comenzó a mojar su espalda con la posa de agua y barro en la que había caído. De un momento a otro, el ruido de las gotas, pasó a ser piedras y tierra sobre el techo de su supuesta habitación, las gotas de lluvia se transformaron en pequeñas gotas de lodo. 
"Muchos mañana dirán tu nombre, pero ninguno condenará tu ausencia, espero que jamás descanses en paz"- fue lo último que escucho de uno de esos hombres.
Sus gritos se ahogaron en las entrañas de la tierra que manchó con sangre; nadie lo ayudó, ¿cómo hacerlo?. Esta vez la única testigo era la noche.

domingo, 27 de abril de 2014

La noche sin luna

Era una noche raramente tranquila, las hojas de los árboles se movían con la cadencia que lo hacen los ancianos, pues la brisa era tan suave que con dificultad movía sus cabellos. Abrió la puerta, luego que el chofer de su lujoso automóvil lo dejara en la entrada de sus aposentos que aquella noche se encontraban oscuros y solitarios. Subió las escaleras paso a paso, cansado por las reuniones sin fin que tuvo que dirigir gracias a sus negocios.
Poseía una familia, pero que rara vez veía y esta semana estaba de viaje acompañada por la servidumbre, quizás viajaban mucho para no tener que soportar los ecos de esa vacía bóveda llamada hogar.
Se sentó en su cama, en la que no pudo soportar mucho tiempo antes de caer de cansancio y mirando el vacío techo le pareció quedarse dormido.
Creyó que era un sueño, pero cuando se incorporó sólo pudo ver un bulto negro, que en cuclillas a los pies de su cama lo miraba con ojos brillantes, pero calmados; sin rabia, ira, pena o resentimiento, sólo brillaban con la tranquilidad de quien tiene una misión que cumplir y se concentra en su objetivo, tal como un león antes de cazar una gacela. 
Antes de que pudiera reaccionar, escuchó que le decía "espero que quien me ha enviado a ti tenga buenas razones para hacerlo". Al instante aquel ser llevó su mano por sobre su hombro, y sacó un rayo de acero resplandeciente, el cuál surcó su cuerpo de lado a lado, sin más ruido que el viento cortándose con el delgado filo. No pudo emitir palabra alguna cuando cayó a la cama acompañado por su sangre, mientras el misterioso ser se desvanecía en medio de la nada, en medio de la oscuridad.

Encuentro

Bienvenidos todos aquellos que se den el tiempo de leer y compartir en las horas en que el desvelo llega y comenzamos a soñar...