domingo, 27 de abril de 2014

La noche sin luna

Era una noche raramente tranquila, las hojas de los árboles se movían con la cadencia que lo hacen los ancianos, pues la brisa era tan suave que con dificultad movía sus cabellos. Abrió la puerta, luego que el chofer de su lujoso automóvil lo dejara en la entrada de sus aposentos que aquella noche se encontraban oscuros y solitarios. Subió las escaleras paso a paso, cansado por las reuniones sin fin que tuvo que dirigir gracias a sus negocios.
Poseía una familia, pero que rara vez veía y esta semana estaba de viaje acompañada por la servidumbre, quizás viajaban mucho para no tener que soportar los ecos de esa vacía bóveda llamada hogar.
Se sentó en su cama, en la que no pudo soportar mucho tiempo antes de caer de cansancio y mirando el vacío techo le pareció quedarse dormido.
Creyó que era un sueño, pero cuando se incorporó sólo pudo ver un bulto negro, que en cuclillas a los pies de su cama lo miraba con ojos brillantes, pero calmados; sin rabia, ira, pena o resentimiento, sólo brillaban con la tranquilidad de quien tiene una misión que cumplir y se concentra en su objetivo, tal como un león antes de cazar una gacela. 
Antes de que pudiera reaccionar, escuchó que le decía "espero que quien me ha enviado a ti tenga buenas razones para hacerlo". Al instante aquel ser llevó su mano por sobre su hombro, y sacó un rayo de acero resplandeciente, el cuál surcó su cuerpo de lado a lado, sin más ruido que el viento cortándose con el delgado filo. No pudo emitir palabra alguna cuando cayó a la cama acompañado por su sangre, mientras el misterioso ser se desvanecía en medio de la nada, en medio de la oscuridad.

Encuentro

Bienvenidos todos aquellos que se den el tiempo de leer y compartir en las horas en que el desvelo llega y comenzamos a soñar...